Soy el Doctor Ignacio
Médico de profesión. Estudié mi primera especialización, cirugía general y de trauma, durante la época violenta de los carteles de la droga en Medellín, Colombia, mi ciudad natal. Luego, siguiendo los pasos de mi padre, el también médico, cirujano general y urólogo, Dr. Herinulfo Londoño, hice mi segunda especialización, en Urología. Viajé al exterior para sub-especializarme en cirugía endoscópica y laparoscópica. Transcurría el año 2002. De regreso a mi país, vendría a a desarrollar nuestro proyecto de una clínica urológica. Sin embargo, la vida tenía otros planes para mí. A mi regreso, encontré a mi padre gravemente enfermo. Fallecería un par de meses después.
Sin embargo, su legado para mí fue inconmensurable. De él aprendí el amor por el conocimiento científico, por la filosofía y el estudio de la mente y el comportamiento humanos. Recibí de primera mano, a través de los innumerables cursos, maratones terapéuticas, y agudas y retadoras conversaciones que sostuvimos, entrenamiento formal en su teoría general de la mente y su aplicación terapéutica, el Guion Mental Personal.
Por otro lado, al lado de mi madre, la también médica especialista en pediatría, Dra. Colombia (Aida) Méndez, conocí a temprana edad las musas de la música – con el piano y el canto como mis mejores amigos de infancia y adolescencia – y el aprecio por la literatura, la pintura y la escultura.Además del amor por el arte y la lectura, mi madre sembró en mí la inquietud por lo trascendente y lo espiritual. Como ella, me hice meditador, el descubrimiento más potente de mi vida. Nunca, desde que la conocí, a mis diecisiete, la he dejado de practicar.Fue así que viajamos juntos a muchos lugares, desde Monte Shasta, en California, hasta Cerro Castillo en la Patagonia chilena, para hacer retiros de silencio, ayuno e intromisión. Meditamos en las selvas de la Amazonía peruano-brasileña y en las cumbres de Machu-Pichu; También, en medio del sobrecogedor silencio del Santuario de Fátima y bajo la imponencia de la cúpula de la Catedral de San Pedro en el Vaticano. Compartí con los rabinos de la Sinagoga del Templo de Salomón y participé de la Asr – la oración de la tarde – en la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén.
De manera que, entre el médico y el científico dedicado y disciplinado en formación, y el músico y meditador, asiduo y consagrado, transcurrieron mis años de paso de la juventud a la adultez. Y todo ello me brindó la oportunidad y el enorme privilegio de poder mirar la vida en diversos matices.
He dedicado gran parte de ella a estudiarla y a entenderla en todas sus dimensiones. Busco resolver el misterio que ella representa.
La he mirado en sus manifestaciones eléctricas, energéticas, atómicas y moleculares. He estudiado como se convirtió en seres vivos, en biología, en nuestro mundo; Como opera su fisiología, bioquímica y genética. Como cirujano conozco cada rincón de la anatomía. Sé a qué huele y a qué sabe -literalmente – cada fluido humano. He visto cómo se ve la vida cuando nace al dar a luz y cómo se extingue en los ojos de aquel que se apaga a ella.
También la he indagado desde sus procesos y manifestaciones psíquicas, mentales y emocionales. He podido entender cómo se relacionan los pensamientos y las emociones con el cuerpo en donde se manifiestan. Conozco los efectos del estrés y los daños que provoca y, también, cómo la alegría, la gratitud o el amor lo sanan y lo revitalizan.
He buscado pistas de su origen en los postulados de la física subatómica y en la termodinámica, y también a través de los procesos cosmogónicos por los que nacen las estrellas, las galaxias y el macrocosmos.
La vida – y descifrarla – al menos en la que me habita por dentro, ha sido mi mayor búsqueda.
Y a través de esa jornada, que no acabará sino con mi último aliento, busco, igualmente, entenderme a mí, a la naturaleza que me rodea y me sostiene, y a aquellos otros que conmigo comparten la belleza de la esfera azul-verdosa que nos sirve de casa universal.
Así que he vivido. He caminado. He fallado, y también, he acertado. De todo lo vivido he aprendido. Mis padres ya no están conmigo, y mi hijo va en camino de hacerse un hombre.
De todo eso he sacado mis propias conclusiones. Y de lo que me ha sido útil y he encontrado verdadero, hablo y escribo, para que, si a alguien le hace sentido y le puede servir, lo emplee y lo aplique.
Creo en una ley – un principio – desde lo cual todo ha partido. Y ello tiene una Consciencia, La Magna Consciencia; Y posee, también, una mente a través de la cual crea todo lo que existe. Yo lo llamo, para mí, El Gran Arquitecto, Lo Supremo, La Divinidad.
Creo en un inconmensurable campo de existencia y de vida llamado El Cosmos, El Universo. Yo lo llamo La Vastedad.
Y creo en la evolución, que primero fue inconsciente, colectiva, biológica, Darwiniana. Y que luego, cuando nos hicimos un poco mayores, se hace a través de la Consciencia Individual Elegidora que busca su reunión con la Consciencia Magna, la fuente de donde todo partió.
Creo en nuestra capacidad como individuos y especie, de hacernos mejores, resolver nuestras limitaciones, edificarnos y elevarnos, trascender y ser felices sirviendo a otros.
Hoy en día sigo ejerciendo como cirujano y urólogo. Enfoco mi acto médico bajo la visual de la medicina funcional. Practico, aplico y enseño los principios de la Coherencia Cardiaca, de la cual soy instructor certificado. Desarrollo los postulados del Guión Mental Personal, a través de los cursos de mi sitio www.desenguionate.com – Taller de la Mente. Y dirijo Umma Medical Especialistas, una clínica especializada con enfoque funcional, en donde aplicamos los principios de la medicina especializada, del estrés, de la medicina genómica, personalizada y de precisión.
La ciencia respalda el plan temático
- Médico.
- Especialista en Cirugía General.
- Especialista en Urología.
- Experto en medicina funcional y del estrés.